Uso de levosimedán intermitente en pacientes con insuficiencia cardíaca avanzada
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Fecha
2022
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Editor
Universidad Nacional Arturo Jauretche
Resumen
La insuficiencia cardíaca crónica es actualmente una enfermedad progresiva, y muchas veces incapacitante, con una prevalencia en aumento debido al envejecimiento poblacional, a medida que progresan los tratamientos para las enfermedades cardiovasculares que la condicionan como también los tratamientos de las comorbilidades que la acompañan. Como he mencionado previamente, se estima que su prevalencia para el año 2030 alcanzará niveles del 20% en mayores de 70 años. El subgrupo de pacientes particularmente graves, identificados como pacientes con insuficiencia cardiaca avanzada, si bien dentro del universo de pacientes con insuficiencia cardíaca se presentan como un pequeño porcentaje del total, representan un desafío terapéutico, ya que a pesar de encontrarse recibiendo tratamiento médico máximo, continúan sintomáticos y frecuentemente cursan descompensaciones que requieren internación. La terapia de resincronización cardíaca, los dispositivos de asistencia ventricular e incluso el trasplante cardíaco son parte del arsenal terapéutico disponible para este subgrupo de pacientes, sin embargo sus altos costos y su baja disponibilidad, hacen actualmente de ellos un recurso verdaderamente escaso. En este contexto parece tentadora la idea de utilizar un inotrópico con una variada gama de mecanismos de acción y que además presenta una vida media realmente prolongada, haciendo pensar que este grupo de pacientes en la etapa final de su enfermedad puedan evolucionar con menor número de descompensaciones, mejorando así su calidad de vida y disminuyendo el número de reinternaciones. Los estudios realizados y los metaanálisis posteriores, aunque pequeños y de cuestionable calidad metodológica, parecen mostrar mejoras hemodinámicas y una tendencia a disminuir el número de internaciones. Los estudios aleatorizados, doble ciego, realizados hasta el momento mostraron que el uso intermitente de levosimendan en pacientes con ICAv disminuiría las internaciones, muertes, requerimiento de trasplante cardiaco o implante de asistencia ventricular, aunque estos resultados han sido alcanzados como puntos finales secundarios y por lo tanto deben ser interpretados con cuidado ya que el diseño de los estudios no ha sido dimensionado para buscar dichos objetivos. Parece razonable entonces pensar que si el uso de levosimendan no aumenta el daño, logra mejorar la clase funcional habitual y reducir el número de internaciones, podría ser una práctica que pueda establecerse con firmeza en el tratamiento de este grupo de pacientes en etapas terminales de su enfermedad, permitiéndoles transitar la espera de otros tratamientos o sus últimos días, con una mejor calidad de vida, rodeados de sus familias y alejados de las reinternaciones. Actualmente el uso de levosimendan en pulsos es una práctica que se realiza en muchas unidades coronarias, avalada por varios consensos 27 y sociedades científicas, aunque con un bajo nivel de evidencia. Debemos aguardar los resultados de nuevos estudios aleatorizados para confirmar si el uso intermitente de levosimendan puede ser considerado como parte del arsenal terapéutico con el cual contamos para el complejo tratamiento de este grupo de pacientes.