Violencia es Mentir
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Fecha
2020
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Editor
Universidad Nacional Arturo Jauretche
Resumen
En la Argentina, a mediados del mes de octubre de 2001, y comienzo del 2002 el hambre comenzaba a ser un tema social relevante, como así también el desempleo, por lo que el trueque aparecía como una alternativa frente a una necesidad social generalizada en gran parte del País. Pese a que la prensa no hacía más que difundir "el espectacular crecimiento experimentado por el fenómeno del trueque" sus protagonistas coincidían en señalar que se trataba de un proceso de sentido contrario. El Trueque fue percibido como un espacio donde se buscó evitar la identificación como desempleades, apelando a un status sustituto, una nueva identidad que les incluía como actores económicos, pero con características diferentes al operar en un "nuevo mercado". En definitiva, se presentó como un proyecto para generar "inclusión social", más allá del Estado. Por lo tanto, la precarización laboral, subocupación y desocupación aparecen como algunas de las manifestaciones palpables de esas transformaciones con efecto traumático sobre la identidad del sujeto, que se sostienen a partir de una crisis social que por su agravamiento muta en un problema de salud colectiva, por la exclusión y expulsión de un sistema productivo que desafilia socialmente a los sujetos de utilidad pública -como gestores de bienes y servicios-, de su inserción en el consumo, familiar y grupal, a la vez que lo afecta en su ciudadanía como sujeto de derechos civiles, políticos y sociales. De este modo, fuimos generando y descubriendo ciertas prácticas que se reprodujeron a lo largo de un vasto territorio enriquecido por los aportes y ocurrencias de ciudadanías locales que cobraban identidad en un espacio determinado, con un vínculo particular, generador de entramados y construcciones sociales. Nuestras primeras incursiones en el barrio de La Paz tuvieron esta primera intención de conocer con hábitos de interpretaciones y lecturas, posiblemente sesgadas, acerca de este apropiamiento de nuevas formas de ser -y de hacer-, pero principalmente de una nueva manera de sentir, atravesada por el poder en la construcción de la idea de género y el nuevo tipo de lazo social que esta comienza a generar, restituir, proponer, defender o instalar. Fue así, como nos permitimos entonces plantearnos distintas dimensiones para la lectura de un mismo acontecimiento, que por particular y concreto no dejan de estar conectados con una macro realidad que nos condiciona y nos interpela, pero que no nos determina. Dimensiones todas sincrónicas e interdependientes, de una interpretación de la realidad cuya complejidad compromete todas las subjetividades en nuestra pretensión de alcanzar a comprender ¿De qué manera la identidad de género condicionaba el lazo social? Así es que, en el primer capítulo propongo revisar entonces la problemática de un nuevo, aunque no histórico, fenómeno de visibilización del rol de las mujeres. Y para ello recurro a una primera dimensión territorial como escenario que compromete el espacio de una plaza en el Barrio La Paz, en Quilmes. Allí comenzamos a advertir diferentes perspectivas teóricas que suelen acompañar nuestras observaciones, ahora concretamente en el estudio de la acción colectiva de la Red en Sororidad de Mujeres de Quilmes, destacando los planteamientos centrales de posturas tales como: la coyuntura y la organización social de la Barriada.